La séptima función del lenguaje. Laurent Binet

 

La septima funcion del lenguaje. Laurent Binet Editorial Seix Barral

 

Libro recomendado por : Francisco Blasco Gascó

Catedratico de derecho civil  de la Universidad de Valencia,  Director del Máster Oficial en Abogacía de la Universidad de Valencia

Nos han dicho que al principio fue el verbo. El verbo es la palabra y es la acción. Pero el verbo, palabra, necesita un logos previo, una idea que expresar, una razón; mientras que el verbo, acción, se proyecta hacia el futuro. Quien controla la palabra propia puede controlar la acción ajena y, por tanto, la sociedad. ¿Es esto posible?

La séptima función del lenguaje va por estos derroteros, llevados a la política (francesa de los tiempos de Mitterrand y de Giscard d’Estaing), al sexo, al mundo de los estructuralistas y de los semiólogos. Todos desfilan por la novela de L. Binet como en una obra de teatro donde los personajes son, a la vez, magníficos y patéticos, magnánimos y miserables, y donde gana el más listo en las circunstancias temporales en las que se desarrolla.

La lectura de la novela de Binet es imprescindible (si hay algo imprescindible en este mundo); es inteligente e irónicamente fina y pone de manifiesto que no son necesarias más de setecientas páginas para escribir una magnífica novela. Lo que no sé es si su lectura no es parte de la séptima función del lenguaje. No te fíes, lector.

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Delitos contra la humanidad y genocidio: genética de dos conceptos en Philippe Sands, Calle Este-Oeste

Calle Este-Oeste. Philippe Sands. Editorial Anagrama

Libro recomendado por Luis Arroyo Zapatero.
President de la Société Internationale de Défense Sociale y catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha.

En los últimos años se han publicado numerosas monografías sobre los crímenes del nacional-socialismo y sobre la construcción de la respuesta aliada de las primeras Naciones Unidas a los mayores responsables nazis con su enjuiciamiento por un Tribunal penal internacional. Sus efectos sobre el concepto de la responsabilidad penal en estructuras de poder y sobre el nacimiento del Derecho penal internacional son evidentes hoy. Sin embargo, superar mediante un sofisticado enjuiciamiento de esta clase el desnudo ejercicio de la victoria con una justicia sumaria es algo cuya génesis merece la pena desentrañar, entre otras razones porque se advierte que en las “innovaciones” jurídicos penales no solo son relevantes la atrocidad de los hechos, sino la agudeza del intelecto humano, en especial de los juristas de oficio.

La cuestión de la atrocidad de los hechos y de sus autores la logró trasladar Jonathan Littell –un judío norteamericano que escribía en francés y vivía en Barcelona- con su Les Bieveillants, Premio Goncourt de 2005 ( Las Benévolas, RBA, Barcelona 2007) y en 2010 publica una síntesis de su extraordinaria tesis de Estado Christian Ingrao, Croire et détruire (Fayard, Paris 2010), en español Creer y destruir ( Acantilado, Barcelona 2017), que se complementa con su La promesse de l’est, espérance nazie et génocide, 1939-1943, (Du Seuil, Paris 2010) y Les chasseurs noirs. La brigade Dirlewanger (Perrin 2006).

El interés por Núremberg y en todas sus dimensiones ha comenzado a manifestarse ampliamente, sobre todo desde el tiempo de la creación de la Corte Penal Internacional. A su vez, se han abierto los archivos de la Comisión de Naciones Unidas para Crímenes de Guerra, cerrados en las primeras semanas de la guerra fría a fines de 1948, que se había convertido en el “secreto mejor guardado” en este campo, como dice William Schabas al introducir el primer congreso en 2013 sobre esta cuestión (cfr. The United Nations War crimes Commission and the origins of international criminal justice ) cuyas actas se publicaron en el Criminal Law Forum de 2014. Ya lo había abordado Arieh Kochavi en Prelude to Nuremberg Allied War Crimes Policy and the Question of Punishment, North Caroline University Press, en el 2005. Este mismo año de 2017 se ha publicado por Dan Plesch Human rights after Hitler. The Lost History of Prosecuting Axis War Crimes, (Georgetown Uni. Press, 2017) que da cuenta detallada de este proceso, con varios documentos, que se complementan con muchos otros en su web, todo ello prologado por el titán supérstite de los fiscales de Núremberg, Benjamín Ferencz.
Pues bien, en esas estaba quien suscribe bien entrado el mes de agosto cuando el ilustre administrativista Jose María Rodriguez de Santiago me advierte de la aparición de la obra de Philippe Sands, editada con el poco acertado título en inglés y en español, Calle Este-Oeste, en contraste con el de la edición francesa: Retour à Lemberg. Es un libro imprescindible, que pone de manifiesto la génesis de las ideas que sustentaron las innovaciones jurídicas fundamentales que cristalizaron en Núremberg y la vida de los personajes y peripecias vitales de quienes las elaboraron. La traducción, de Francis J. Ramos Mena, es muy cuidada.
Sands, profesor de Derecho Internacional y abogado en litigios de Derechos Humanos ante tribunales internacionales era bien conocido por sus libros sobre Derecho ambiental internacional, Armas nucleares y Tribunal Internacional de Justicia y sobre Delitos contra la humanidad. Pero lo que le va a hacer de conocimiento universal es este libro que un buen día decidió componer en la búsqueda de los orígenes de su familia, proveniente de esa tierra de Centroeuropa que en 40 años llegó a pertenecer sucesivamente a Austria, Polonia, Alemania, Unión Soviética y hoy a Ucrania. Su capital Lemberg, en alemán, o Linov o León, era ciudad relevante con Universidad a la que acudían a estudiar desde todos los lugares de la región que lleva el nombre de Galitzia. Una región multiétnica, multicultural y multinacional. Pero de todas las “nacionalidades” o culturas, la que llevó la peor parte baja todas las dominaciones fueron los judíos, victimas primero de desplazamientos y limpiezas étnicas y luego del exterminio directo.
El abuelo de Sands había huido ya a Viena a estudiar y de allí tuvo la suerte de emigrar a Francia antes de que Hitler cerrara las fronteras y echara la zarpa sobre todos los judíos. Solo su madre y una tía, en una espectacular aventura, se salvaron entre decenas de parientes. Lo que le sorprende además es que esa misma Universidad de Lemberg a la que le han invitado a dar una conferencia, era en la que con apenas 4 años de diferencia había estudiado el padre de su maestro Hersh Lauterpacht, fundador del Derecho internacional científico en Gran Bretaña y otro personaje relevantísimo para nuestro campo, Rafael Lemkin. Así, a la propia búsqueda detectivesca del destino de su familia incorpora el proceso vital de los juristas citados que van a encarnar respectivamente dos grandes principios jurídicos contemporáneos. En primer lugar, Lauterpacht, que construye la idea de una declaración de derechos humanos garantizados internacionalmente frente a los Estados, a los que se había de negar el derecho sobre la vida y la libertad de “sus” ciudadanos. Lemkin, más conocido para el público en general, es el creador del concepto de genocidio y que, aunque no lograra introducirlo en el catálogo de los delitos de Núremberg, logró convencer después a todo el mundo y dio lugar a la Convención Internacional contra el Genocidio en 1948. Sobre Lemkin hay numerosas publicaciones. Antonio Elorza y Araceli Manjón-Cabeza han preparado entre nosotros en 2015 la edición de sus escritos en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, entre los que se incluye la ponencia que solo pudo remitir a los organizadores del Congreso de la Unión Internacional por la Unificación del Derecho Penal que organizó en Madrid Don Luís Jimenez de Asúa. Lemkin, fiscal entonces en Varsovia, no fue bien visto por su Ministerio de Justicia para viajar a Madrid. Les debió parecer demasiado que otro judío más compareciera como polaco principal y además como cualificado interviniente en el Congreso, junto con Emil Stanislas Rappoport, quien tras la guerra fue Presidente del Tribunal Supremo. A pesar de todo, y aunque su trabajo no fue objeto de debate, logró que se publicara con las actas del Congreso
Tuvo Lemkin en esos años una intensa actividad académica, traduciendo la legislación penal soviética y prestando atención general a los nuevos Derechos penales autoritarios, especialmente de Italia. Huyó a tiempo de la invasión de Polonia y se refugia en Estocolmo donde comienza a recolectar todos los boletines oficiales alemanes generales y de los territorios ocupados, que obtiene merced a sus contactos con diversas embajadas, construyendo un gigantesco archivo que trasladara penosamente desde Suecia, pasando por las URSS hasta llegar a Seatle, para instalarse como profesor invitado en la campestre Universidad de Duke, donde con tan rica documentación que ha ido incrementando con sus contactos en Washington compone el tratado expositivo del horror legislado por los nazis: Axis Rule in occupied Europe, que publica su patrocinador en EE.UU. el Carnegie Endowment para la Paz Internacional en la temprana fecha de agosto de 1944. A partir de estos trabajos fue capaz de encontrar un nombre para la atrocidad que cuando tuvo conocimiento de ello Winston Churchill exclamó que era un delito “sin nombre”: genocidio.
Lauterpacht, había terminado sus estudios de doctorado en la London School of Economics en 1925, tras pasar por la Facultad de Derecho de Lemberg y Viena. Abandonó Polonia camino de Inglaterra al fracasar en la obtención de la cátedra en Lemberg, con el propósito de continuar allí su formación en Derecho penal internacional y de que su joven esposa pudiera seguir sus estudios musicales. Toda su obra traía causa en la preocupación de que los Estados no tuvieran un derecho de vida y muerte sobre sus ciudadanos, sino que todos los seres humanos merecen una protección internacional frente a cualquier despotismo, frente a la mera protección de los grupos sociales y otras minorías que se estableció tras Versalles, con especial intensidad en la recién constituida Polonia independiente.

Mientras Lemkin compone sus “Axis Rule” en Durke y construye el concepto de genocidio como un instrumento de protección singular de los grupos y las minorías, Lauterpacht que desconfía de esa protección de grupos, construye una teoría general de la protección internacional de los derechos humanos de todo individuo, que ofrecería en 1945 cono An International Bill of the Rigths of Man, en el que emerge el concepto de “crímenes contra la humanidad”.

Solo después de Núremberg llegaron a conocer Lauterpacht y Lemkin que sus respectivas familias han sido aniquiladas. Durante el juicio pudieron ver de cerca de entre los 22 acusados al Gobernador General de Polonia, Hans Frank, anteriormente asesor jurídico de Hitler y Ministro de Justicia, que había sido responsable directo en el territorio del exterminio de los judíos y de las familias de los dos juristas citados, por la mano de Wachter, Gobernador de Galitzia, de más de 130.000 personas en un solo mes, agosto de 1942. Lo narró el Fiscal ruso en la presentación de la acusación.

Philip Sands recibió una casual invitación a la Universidad de Lemberg que aceptó con el interés acrecentado por conocer el lugar de sus ancestros e intentar entrar en contacto con algún familiar supérstite. En ese momento anuncia la detectivesca búsqueda de información sobre su familia y sobre los demás protagonistas, en archivos oficiales y en los particulares de Europa y América. La de su propia familia requiere también labor de detective, pero logra esclarecer las razones por las que su abuelo emigra en 1938, su abuela se queda en Viena, pero su hija, madre de Sands se traslada a Paris con solo unos meses de vida. Reconstruye la vida – y la muerte- de casi todos y descubre así el terrible destino de la judería europea. Ni siquiera Einstein pudo salvar a sus dos hermanas. La abuela de Sands vivió en la misma calle de la pequeña ciudad cercana a Lemberg en que lo hizo que el propio Hersch Lauterpacht, en la Lembergstrasse, en las eras germánicas o calle Este – Oeste en todas las otras.

Mark Mazower en su recensión a la obra de Sands dice que la mayor parte del material más apabullante del libro es personal. Por fortuna es así pues solo el detallado comienzo tras las pistas de sus familiares, las circunstancias de cada cual, sus aficiones y oficios y la geografía de sus vidas nos ayuda a los lectores a superar la ansiedad que produce ese viaje por la geografía de la atrocidad que son los hechos derivados del nacionalismo y los conflictos sociales y políticos de ese tiempo. Así, conocer que Lauterpacht se inspiraba para escribir su tema de los derechos humanos en la música y letra de la Pasión según San Mateo y que, a su vez, era la que más repetidamente se interpretaba en el castillo del” Rey” de la Polonia ocupada, quien a la vez se llevaría al otro mundo a la familia del primero y a todos sus congéneres, o saber que su ejecutor Otto von Wachter, reclamado por los soviéticos junto con Frank se libró de los juicios y de la ejecución protegido por el Obispo nazi Hudal, rector del colegio teutónico de Santa María del Anima, en la clandestinidad en Roma, donde tempranamente falleció de una hepatitis galopante adquirida en la frías y contaminadas aguas de Tíber en 1949, para su consolación en el Hospital del Espíritu Santo. Tiene razón Mazower, hay mucho de “personal” en el libro.

La tensión y la pasión del texto impide a los lectores juristas dejar de las manos el libro hasta concluir sus 550 páginas y, al final, entendemos mucho mejor dos conceptos que se forjan entonces y que hoy no sueltan la primera página de los periódicos: genocidio y crímenes contra la humanidad.

 

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Barbarroja, el pirata del Mediterráneo

Barbarroja, el pirata del Mediterráneo. Rafael Algarra. Edicions Cal·lígraf

Libro recomendado por Ramón Moreno. Edicions Cal·ligraf

Al finalizar la lectura Barbarroja, el pirata del Mediterráneo, el lector tiene la sensación de haber vivido una aventura trepidante y fascinante al mismo tiempo. Y es que esta es una novela histórica, cierto, pero es también y principalmente una novela de aventuras en la más pura tradición del género. El autor, con un buen puñado de títulos bajo su pluma, es capaz de incorporar al lector como un personaje más de la obra, a bordo de la nave de La Caballería y compartiendo duelos con el mismísimo Barbarroja, el temido y sangriento pirata.

Nos sitúa Rafael Algarra en una época convulsa en la que el mar Mediterráneo es el escenario de batallas por el control de sus aguas y también escenario de luchas religiosas. Estamos en los reinados de Fernando el Católico y Carlos I, en tiempos en los que los Caballeros de Rodas luchaban contra las huestes de Soleimán el Magnífico, una época en la que no existían los matices. Y como cacique sagaz y contumaz encontramos a Barbarroja, de modestísimos orígenes cristianos, pero que, después de ser hecho prisionero y condenado a galeras, se convierte y decide correr la aventura de la mar, convirtiéndose en pirata para los occidentales y caudillo redentor para los musulmanes.

Ciertamente el nombre de Barbarroja sigue hoy día asociándose a terror y son muchos los lugares de nuestras costas que sufrieron sus razias continuas y sangrientas. Era la lucha por la supervivencia y la misma lucha como finalidad. Y es en torno al personaje real de Barbarroja que Rafael Algarra (capitán de la marina mercante en su otra vida) construye un relato en el que combina los datos históricos con la acción novelada más trepidante, que se mueve por todo el Mediterráneo occidental, desde el Golfo de León hasta las costas de Argel.

Son muchos los personajes que habitan las páginas de esta novela (se agradece el dramatis personae, así como los mapas históricos que acompañan el texto), pero especial relevancia adquieren los miembros de la tripulación, de manera destacada Jaradín, hermano de Barbarroja; y el judío Sinán, pirata y ladrón, claro, pero también hombre de ciencia y raciocinio. Juntos siembran el terror y ofrecen, en su conjunto, una lección de geopolítica de la época, el norte contra el sur; la opulencia contra la miseria; las grandes potencias contra los pequeños territorios.

Todo esto y mucho más es Barbarroja, el pirata del Mediterráneo, aventura en estado puro.

 

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La imagen de la mujer en la poesía amorosa de Pablo Neruda.

La imagen de la mujer en la poesía amorosa de Pablo Neruda. Guadalupe Bohorques. Editorial Tirant lo Blanch.

Libro recomendado por: Günter Castanedo, odontólogo y especialista en la obra de Neruda.

Pablo Neruda es, sin duda, uno de los poetas en lengua española más importante de todos los tiempos, y el poeta amatorio por excelencia del siglo XX.

El ensayo recién publicado La imagen de la mujer en la poesía amorosa de Pablo Neruda centra su atención en el aspecto íntimo del poeta y en el universo femenino creado por él, un estudio profundo, centrado en la investigación de la obra amorosa del poeta y en las destinatarias reales de esta poesía. Esta investigación demuestra que el imaginario femenino nerudiano tiene sus raíces en su experiencia real con las mujeres que amó, y tanto la temática como el punto de vista, completan la numerosa bibliografía escrita sobre la obra de Neruda.

Bohorques profundiza con particular pericia y sensibilidad en los aspectos de la vida del poeta que dan lugar a sus libros de poesía amorosa, a saber, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Los versos del capitán, Cien sonetos de amor y La espada encendida.

La investigación comienza con una introducción para explicarnos el contexto histórico y artístico del Chile en el que Neruda comienza a dar sus primeros pasos como poeta. Este capítulo es fundamental para conocer las fuentes de las que bebe el joven Neftalí y las circunstancias económicas y sociales en las que crece, hasta convertirse en Pablo Neruda. Cabe destacar en esta primera parte, la referencia al estudio de la representación histórica de la imagen de la mujer en el pensamiento occidental bajo el título de Mundus Mulier, así como la investigación sobre la eclosión de las vanguardias chilenas en la década de 1920-30.

En una segunda parte, se hace más específico el estudio para indagar en la vida particular del poeta y poder así comprender su periplo poético y vital. Toda esta introducción está basada con mucho acierto en la selección de fragmentos de la poesía nerudiana, que explican con cristalina comprensión las tesis que postula la autora del estudio, esto es, que la poesía amorosa de Neruda responde a su experiencia vital y que cada una de las mujeres que amó cumplió una función personal y poética.

En último lugar, la autora se adentra en las destinatarias de la obra amorosa de Neruda, dedicándoles a cada una de ellas un capítulo, en el que se hace referencia tanto a la relación con el poeta, como a sus vidas y a la importancia que cada una de ellas tuvo en la vida y en la obra del poeta.

Merece especial atención el capítulo dedicado a María Antonieta Hagenaar, que fue su primera esposa y, única mujer a la que no se dedicó ningún poema. Interesante también resulta el apartado dedicado a Josie Bliss, la amante de Birmania, y no menos ameno, el que dedica la autora a la figura de Delia del Carril, bajo el epígrafe: “la mujer que vivía volando”.
Alicia Urrutia, la sobrina de la tercera mujer del premio Nobel, y último amor también es recogida e investigada. Este capítulo es analizado con esmero y aporta algunos datos de unos álbumes hasta ahora inéditos y que los investigadores encontramos de sumo interés.

Toda esta investigación biográfica, en forma de ensayo, permite leerse con gran amenidad, casi como si fuera una novela. Este es un gran mérito que merece la pena destacarse, pues la lectura parece pedir más y más tiempo para avanzar en la vida del estudiado y no, al revés de lo que suele acontecer.
Estamos, por tanto, ante un trabajo serio y definitivo sobre el aspecto amoroso en el entorno poético y me atrevo a afirmar que este ensayo está destinado a ser uno de los libros clásicos en los estudios nerudianos.

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Próxima presentación Jueves 14 de diciembre de 2017 a las 19,30 horas en la librería Tirant lo Blanch: