Hija de la Fortuna, Isabel Allende

Libro recomendado por Sheila Cubas Domínguez
Allende nos narra en esta novela la vida de Eliza Sommers, una huérfana criada en el seno de una familia inglesa en el Chile de mediados del siglo XIX. Eliza es una mujer extraordinaria que no encaja en los cánones establecidos para las mujeres de su época. La búsqueda de su amor perdido la embarca en un viaje por California; tierra de hombres solos enloquecidos por la fiebre del oro, y prostitutas en busca de fortuna. Su amigo y protector, el médico chino Tao Chi’en la ayuda a iniciar esta aventura. En esta búsqueda, Eliza se cruzará con otras mujeres que han construido su vida al margen de los hombres. Aprenderá que debe guiarse por los deseos de su corazón y no por las reglas establecidas.
Eliza Sommers es una heroína sin capa. Criada como una señorita de bien según las rígidas reglas de etiqueta de la sociedad inglesa, demostrará que su voluntad es inquebrantable. A sabiendas de lo que deja atrás, renuncia a su familia y a una vida acomodada para ir a buscar a su amor perdido. Durante su búsqueda, se encontrará en una tierra hostil donde su condición de mujer la puede poner en peligro, por lo que debe reinventarse para poder sobrevivir. En el camino, aprenderá mucho de otras mujeres que también viven su vida al margen de los hombres. Un gran secreto develado y un hermoso desenlace marcan el final de esta historia, donde las mujeres dueñas de su destino son las protagonistas.

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Lugares donde el dolor se calma

Libro recomendado por José Félix Escudero Pitarch

Supuse que había cosas escondidas detrás de ese magnífico título. Conocía al profesor, al filósofo que lo había escrito, pero nunca había leído nada de él. Me puse a hacerlo aún después de ver el índice, donde abundan decenas de lugares italianos, Cumas, Palermo, Cineccittá, Nápoles, Taormina, por suponer que serían referencias clásicas para ilustrar otras interpretaciones. Lo son, por cierto, pero nada que esté preestablecido, nada ya leído o invocado. El libro del ex Ministro de Cultura del gobierno de Zapatero, César Antonio Molina,  es misteriosamente un libro de viajes o mejor de recreaciones de lugares donde estuvo con anterioridad y de los que conserva aromas, sensaciones, imágenes provechosas, ecos de voces de otro tiempo, lecciones de maestría, indagaciones y asombros.
La cosa empieza en Nápoles, en pasadizos en la ladera del Vesubio, donde resuenan las voces de Virgilio, enterrado cerca, en Cumas y del emperador Augusto hablando con Agripa en los inicios del reinado del primer emperador de Roma. Uno intuye en ese primer relato viajero el amor por el conocimiento con que el profesor reseña su andadura. Hay citas clásicas, repeticiones de versos magistrales, diálogos cruzados y una grandiosa precisión en los detalles.
El camino sigue con una impecable lección que el autor le da a su hija sobre la Fontana de Trevi, y uno que ha ido de turismo a Roma, agradece esa delimitación de líneas, procesos y sueños que se extienden ante la mirada de una joven a quien su padre ofrece, en bandeja, el preciado tesoro del amor por la cultura clásica.
Otra estación nos lleva al Panteón y en este caso la gracia de lo leído estriba en que las palabras las dicta la boca de un enamorado de esa construcción única, que ya jubilado, dedica horas a contarle a quien quiera oírle, los detalles más significativos de esa construcción asombrosa donde se encuentran los restos de Rafael y en su tumba uno de los epitafios más bellos jamás escritos. Seguimos leyendo y se nos explica la verdad de los retratos del gran pintor siciliano Mantegna, esparcidos por los mejores museos del mundo, para pasar a continuación a descubrir los vericuetos palaciegos por donde discurrió la vida de Giovanni Tomasso di Lampeusa, el autor del Gatopardo.
Descubrimos también el café de la Vía del Corso donde la filósofa María Zambrano escribió muchas de sus reflexiones del exilio imperioso que le tocó vivir en la primera década de los años cincuenta, mientras resuenan lejanos los pasos de Antonioni, De Sica y Visconti, en el inmenso jardín cinematográfico de los estudios de Cinecittà, recorridos con ojos ávidos por este profesor, cinéfilo que nos lleva de la mano con sus bellas, bellísimas palabras, a través de un tiempo anterior que nos ha hecho ser como somos y ha contribuido poderosamente a la civilización occidental.
Si por mi fuera, este libro, se ría una asignatura obligatoria en segundo de bachiller y en las universidades de letras. Está tan bien escrito y descubre tantas cosas hermosas, que efectivamente uno se calma y en el caso de que se lleve dentro un dolor propio o ajeno, éste decrece para dar paso a las mejores iluminaciones intelectuales. No deliro, no exagero cuando os digo lo que ahora os digo. Es cierto que para sacarle todo el jugo que atesora hay que haber leído mucho y haber amado mucho la poesía, la arquitectura, el cine, la pintura y la filosofía, pero si así no fuera tampoco importa. En alguna de sus centenares de páginas, cualquier lector encontrará una fruta deliciosa que morder, una frase seductora, un pasadizo por el que acceder a la belleza.

 

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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

El verano que mi madre tuvo los ojos verde. Tatiana Tibileac. Editorial Impedimenta

Libro recomendado por Paloma Gandía.

Hay libros crueles y libros hermosos al mismo tiempo, libros que consiguen anegar los ojos en lágrimas y libros que suscitan emociones diversas como pueden ser la rabia y la añoranza. Libros que deseas terminar pero al mismo tiempo querrías prolongar. “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes“, escrito por Tatiana Tibuleac, es uno de ellos. La historia de Tibuleac desgarra al lector: la autora moldava escribe sin fisuras en su primera novela sobre la tormentosa relación entre una madre y su hijo. Narrada en primera persona por Aleksy, el propio vástago, la novela relata el último verano – y el antes y el después – que ambos pasaron juntos.
La madre del protagonista está a punto de morir de cáncer y dedica sus últimos meses a veranear en Francia con su hijo, que la odia y desea su muerte. A partir de entonces, el perdón y la reconciliación van abriéndose paso entre el resentimiento y el sufrimiento. Aleksy recuerda ese verano años después, cuando ya es un reconocido artista a quien el psiquiatra le recomienda escribir sobre aquellos días para superar el bloqueo creativo del que no logra salir. Entre sus páginas desfilan personajes variopintos, subtramas angustiosas, y sentimientos como el dolor y la pérdida. Un dolor frágil e intenso que se transmite al lector y le obliga a recordar, a añorar, a llorar.
Tibuleac – traducida en España por Marian Ochoa de Eribe – escribe una melodía triste y bella, cargada de metáforas, aforismos, capítulos breves, y guiada a través de una extraordinaria prosa poética en la que los ojos verdes de la madre protagonista cobran una especial relevancia. Se transforman en el hilo conductor de una historia fascinante, que recuerda a otras propuestas sobre la maternidad como “Apegos feroces“, de Vivian Gornick, o “Nada se opone a la noche“, de Delphine de Vigan. Literatura que reflexiona sobre las relaciones maternofiliales y que encumbra a Tibuleac como una de las propuestas europeas más sugerentes de la actualidad.

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El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo

El infinito en un junco. Irene Vallejo. Ediciones Siruela

Libro recomendado por Esteban Bérchez

Antes de hablar del libro que nos ocupa, vayan mis disculpas a los lectores de esta reseña por excederme en la extensión esperada —y demandada por el regidor del blog—, pero pocas veces un libro me ha resultado tan sugerente y sobre todo tan sugestivo y no sentiría la reseña completa si no reproduzco algunos fragmentos de la obra para mostrar el estilo de la autora y sobre todo para incitar al público a devorar el libro. Lo acabé hace semanas y todavía lo saboreo releyendo sus páginas, escarbando en las fuentes antiguas en las que se basa y haciendo acopio de los libros (y películas) que tan estimulantemente se citan.

No hay nada, en mi opinión, que perfile mejor nuestra vida —por lo menos de una forma poética— como las lecturas que han dejado su impronta en nosotros. He leído varios comentarios sobre este libro, que en sus pocos meses de vida ya ha recibido varios prestigiosos premios y se ha reeditado seis veces, que lo han descrito como “un viaje a la cuna del pensamiento y del conocimiento, a través de la historia de los libros. Una defensa del mundo clásico” o “un ensayo divulgativo”, y la autora se ha sentido reconocida con esas valoraciones, lo cual demuestra cuán diversas son las percepciones que tienen las personas de un mismo libro y todas, sin excepción, son válidas. Me permito entonces añadir mi propia etiqueta al libro —aunando las críticas de otros— y así de alguna forma imprimo mi particular percepción. Se trataría a mi entender de una “autobiografía libresca”, que no “literaria”, pues no se percibe como ficticia, sino entrelazada o trenzada —usando una metáfora recurrente en el libro— por innumerables lecturas de muy diferentes épocas, temas y autores que han marcado, influido o embelasado a la autora. La propia Irene Vallejo afirma en una entrevista que en absoluto ella es la protagonista del relato, sino todos aquellos que han participado en la historia del libro, anónimos o no. No obstante, no es esa mi percepción. Y pido disculpas otra vez por apoderarme como lector de una valoración —acaso errónea— del libro.

Ese “autobiografismo”, no obstante, no merma la enjundia, calidad e interés del libro, al contrario, aumenta su atractivo. Se trata, El infinito en un junco, de una profunda investigación realizada y pulida durante tres años sobre la historia del libro, dividida en dos extensos bloques, uno dedicado a Grecia y otro a Roma, pero con idas y venidas constantes a otras épocas. Sus páginas están plagadas de información, reflexiones, datos, pero quizá lo más llamativo sea la anécdota, elevada a una categoría etnográfica de primer orden. Pocas cosas muestran la esencia de una persona, una comunidad o una época como las anécdotas que entorno a ellas se cuentan y la autora lejos de desdeñarlas —como muchos investigadores hacen— las incluye en la trama de su argumentación, sin encorsetarse en rígidas convenciones literarias.

De normal cuando leo un libro, sobre todo si trata del Mundo Antiguo, lo subrayo y anoto para después extraer ideas que pueda emplear en mis clases o investigaciones. He hecho lo propio con este libro, pero sobre todo he subrayado párrafos, frases, expresiones que me han acariciado la vista, la mente y el oído (las he releído en voz alta para captar la sonoridad). Y es que, si algo tiene destacable Irene Vallejo y de lo que hace gala en todos sus libros es una sensibilidad especial y un lenguaje sedoso, metafórico y a la vez actual, para decir las cosas. Por ejemplo, cuando a mis alumnos les hablo de Alejandro Magno les nombro la megalomanía del conquistador macedonio que, entre otras cosas, fundó innumerables ciudades con su nombre. Pues bien, esto mismo lo explica Irene Vallejo con las siguientes palabras: “Plutarco cuenta que Alejandro fundó setenta ciudades. Quería señalar su paso, como esos niños que pintan su nombre en las paredes o en las puertas de los baños públicos (“Yo estuve aquí”. “Yo vencí aquí”). El atlas es el extenso muro donde el conquistador inscribió una y otra vez su recuerdo” (p. 30). Al hablar de Los persas, “la obra teatral conservada más antigua del mundo”, dice: “Siempre me ha fascinado que Esquilo, después de luchar contra los persas cara a cara, cuerpo a cuerpo y mirándoles a los ojos, después de ver morir a su hermano en combate, cerca de él, llevara al escenario la pena de sus enemigos derrotados. Sin burla, sin odio, sin generalizar culpas. Y así, entre el duelo, las cicatrices y el afán de comprender al extraño, empieza la historia conocida del teatro” (p. 179). Al comentar el cuidadoso y delicado arte de la encuadernación dice: “El cuerpo de los libros desarrolló un nuevo elemento anatómico al que hemos llamado ‘lomo’, como si nuestras lecturas fueran tranquilos animales de compañía. Desde entonces escribimos en esas dóciles espaldas el título de cada obra, y nuestra mirada puede viajar con rapidez a lo largo de los estantes de una biblioteca identificando por el lomo los ejemplares que en ella dormitan”(p. 320)… ¿se puede decir mejor? Y en cuanto a variedad de acertadas metáforas vaya su reflexión sobre los títulos de los libros: “Tras una larga travesía entre la indiferencia de los siglos, los títulos se han transformado en poemas mínimos; barómetros, mirillas, ojos de la cerradura, carteles luminosos, anuncios de neón; la clave musical que define la partitura venidera; un espejo de bolsillo, un umbral, un faro en la niebla, un presentimiento, el viento que hace girar las aspas” (p. 360). Podría transcribir muchísimas citas más de este tipo —hermosas, concisas, eficaces—, pero dejo que sea el lector el que las busque a lo largo de las más de cuatrocientas páginas de esta obra que, lejos de parecer extensa, se hace corta.

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La Isla de los Olvidados

La isla de los olvidados. María Vanacloig. Editorial Sargantana

Libro recomendado por Sheila Cubas Domínguez
María Vanacloig nos narra en este relato la historia de Marcos Rivas, un periodista que huye de su trágico pasado familiar. Debido a un hecho fortuito, desembarca en la isla de Cabrera, inhabitada excepto por el encargado del faro. Allí, su espíritu investigador despertará de nuevo con el descubrimiento de los trágicos hechos históricos ocurridos en la isla. Dado que no tiene nada que perder, continuará con la investigación a pesar de las dificultades, lo que le llevará a descubrir que no todo es lo que parece y también que la redención es posible.
María Vanacloig logra introducir y desarrollar en la historia de Marcos Rivas los sucesos ocurridos en Cabrera a principios de siglo XIX, durante los que la isla fue convertida en el primer campo de concentración de la historia para los soldados franceses derrotados en la Batalla de Bailén. Una historia verídica y llena de detalles, entrelazada con los sucesos del pasado del propio Marcos; un pasado que vuelve a él una y otra vez a causa de las consecuencias generadas por sus decisiones. Además, en el curso de esta investigación descubrirá otro misterio que le obligará, de nuevo, a tomar decisiones que afectarán a su vida para siempre. Una historia interesante que deja al descubierto parte del pasado y la historia de España, a la vez que hace meditar al lector sobre la importancia de las relaciones y cómo las decisiones que tomamos pueden cambiar nuestra vida.

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Amnèsia, nazisme i cinisme

Los amnésicos. Géraldine Schwarz. Tusquets Editores

Llibre recomanat per Martí Domínguez Romero

El llibre de Géraldine Schwarz “Los amnésicos “(Tusquets editores) és vertaderament interessant, i una lectura molt recomanable per aquests dies que la ultradreta (i el feixisme) rebrota arreu del món. Schwarz és filla de pare alemany i de mare francesa, i això li permet tindre una mirada prou distanciada dels fets, però al mateix temps molt documentada. I en què consisteix l’amnèsia que denuncia? En com els alemanys varen passar pàgina desprès de la Segona Guerra Mundial, com varen voler oblidar-se el més ràpidament possible de tot el que havia succeït, i com molta gent es va fins i tot reinventar el seu paper durant la guerra. Schwarz indica que la majoria del poble alemany fou Mitläufer, és a dir, aquell que es deixa arrossegar pel corrent. Segons aquesta historiadora, això no els exculpa, sinó més aviat el contrari: la major part d’ells es va beneficiar del nazisme, va treure profit de la desgràcia dels jueus i dels comunistes perseguits. El seu avi va comprar una indústria a una família jueva a un preu molt assequible, i va prosperar gràcies a això. Aquells Mitläufers no necessàriament tenien el carnet nazi; eren senzillament ciutadans alemanys que no es resistien a una oferta temptadora, i això podia ser una fàbrica, o un pis, o una biblioteca o tot un mobiliari. Uns i altres caigueren en un immens cinisme, en una actitud vertaderament deshumanitzada i que va mostrar el pitjor rostre de l’espècie humana. Però Géraldine Schwarz no sols acusa els seus compatriotes alemanys, sinó també els francesos, que sota el règim de Vichy varen participar activament en les polítiques racials nazis, fins a extrems insospitats (ara sembla que bona part dels francesos va formar part de la resistència, quan en realitat foren molts pocs). Tan sols una puntualització a aquesta edició espanyola: el llibre es clou amb un epíleg de José Álvarez Junco (El peso de un pasado sucio), on, sense cap necessitat, explica als lectors les bondats de l’obra i certifica el gran treball historiogràfic de Schwarz. I quan ja pensem que la cosa no pot anar més enllà, parla de la situació d’Espanya, escriu sobre el Valle de los Caídos i el rebrot de l’extrema dreta, i deixa aquesta perla: “A la vez, en Cataluña ha estallado el problema más grave con que se enfrenta el país, alrededor de una reivindicación de la independencia alimentada por otra visión simplificadora y victimista del pasado, e impulsando políticas lingüísticas de fomento del catalán que recuerdan a las franquistas en pro del castellano”. Què té a veure una cosa amb una altra? L’autora és conscient que empren la seua obra per tal de fer un ús matusser i esbiaixat de la realitat catalana? Resulta una postil·la indignant per a un llibre tan elegant i objectiu, tan matisat i valent.

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