Sur. Antonio Soler. Premio Primavera de novela 2019.

Sur. Antonio Soler. Editorial Galaxia Gutenberg

Libro recomendado por José Felix Escudero Pitarch.

Me enfrento a las novelas ganadoras de premios con la prevención que exige suponer que hay intereses ajenos a la literatura, pero hacia tiempo que no tenía noticias del autor del cual leí una buena novela, El nombre que ahora digo, y me puse a leer con la determinación de siempre. No sé leer de otro modo ni creo que pueda hacerlo nunca.
Leí la contraportada y me anunciaron que era una novela sobre Málaga y gentes de esa ciudad en un día de intenso calor. Una novela cuya acción real transcurre en el intervalo de veinticuatro horas, al estilo de la Señora Daloway, de Virginia Wolf, o El Ulises de Joyce. Mis antenas de lector pertinaz y sosegado se elevaron sobre mi frente y empecé a adentrarme en un universo de sofocos emocionales que se inicia con el descubrimiento de un hombre semiinconsciente arrumbado en la cuneta de un descampado, cubierto de hormigas y en trance de disolverse en aquel infierno del terral malagueño.
A partir de ahí, de ese descubrimiento por un transeúnte ocasional y medio pasmado por el fumeteo intenso, se desencadena un torrente de personajes relacionados con el suceso o ajenos a él, que van intentando acomodar sus vidas a su peculiar y pugnaz, dolorosa o inconsistente rutina.
El hilo narrativo se va enredando de manera casi procaz en las mentes de los desarrapados vagabundos, los autónomos sin autonomía, los burgueses de inconfesables vicios, los funcionarios con o sin tacha, los cantaores de medio pelo o los que se buscan la vida de cualquier modo. Las acciones físicas, las trampas, los devaneos, las miserias y los vicios discurren cruzando los destinos de cada cual, o o si se tratara de una rememoración literaria de la pintura del Bosco.
El texto es abigarrado, barroco hasta la extenuación y en ocasiones cortante, ácido y venenoso. Todo ello, el caleidoscopio humano, la presencia fatigosa del cálido viento terral, el desconocido callejero urbano que el autor recorre a lomos de una inquietante caminata de pies ardiendo, te obliga a ponerte en guardia, a detenerte más de lo normal. La técnica narrativa, de ida y vuelta constante, con incrustaciones en el texto de pedrería poética, tampoco ayuda al lector impaciente a to era partido por unos o por otros. Finalmente todos los personajes, ahogados en el terral y en sus sentimientos dolientes, parecen malos. Antonio Soler no quiere salvar a nadie, deja al lector la comprensión de esas mentes oblicuas. La novela dura en tiempo real un día pero hay tanta historia anterior y tanto futuro incierto, tanta podredumbre, tanto matiz emocional, tantas conjuras y tantos apetitos que abre las ventanas de un tiempo interminable.
Debo confesar que me emocioné y me cabreé, me sacié y en ocasiones me abstuve, pero me alegro de haber leído esta novela de Antonio Soler, lúcida, salaz, hiriente y calurosa.

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Alegría: bálsamo y antídoto

Alegría. Manuel Vilas. Editorial Planeta

Libro recomendado por Paloma Gandía.

“Llegué por el dolor a la alegría”, escribió el poeta José Hierro en la década de 1940, después de haber sido detenido y encarcelado por haber pertenecido a una organización de ayuda a los presos políticos, entre los que se encontraba su propio padre. Con esta cita, tan significativa, ha decidido Manuel Vilas comenzar su última novela, Alegría. Una declaración de intenciones que resume el contenido de la obra y del propio pensamiento del autor. Al mismo tiempo, sitúa al lector: nos comunica que regresa el Manuel Vilas que nos hizo recordar, llorar y añorar con la autoficción que creó en Ordesa (2018), pero esta vez con una pequeña diferencia. El escritor de Barbastro nos cuenta que hay luz en la oscuridad, alegría en la tristeza y belleza en las tinieblas.

De esta forma, Alegría se convierte en una obra complementaria a la anterior. El narrador de la novela es un escritor que ha obtenido cierto éxito a raíz de un libro cuyo nombre jamás se revela, y contempla, mediante el amor a su pareja, a sus hijos y a sus padres muertos, la belleza del universo. A través de pequeñas anécdotas, entre las que encontramos viajes realizados por el mismo autor, vivencias familiares o episodios cotidianos, observamos cómo la melancolía antecede a la felicidad y el narrador alcanza la catarsis. En ciertos momentos, el protagonista sucumbe a la ansiedad, la tristeza, a aquellos sentimientos que de vez en cuando se posan sobre el alma del ser humano y tratan de usurparle la vida. Sin embargo, flota un brío de esperanza, los capítulos desprenden la certeza de que el dolor es solo una etapa hacia la alegría.

Aquellos acostumbrados a Vilas volverán a reconocer en esta obra –finalista del Premio Planeta 2019-, la prosa electrizante que le caracteriza. Una escritura sincera, honesta, sin tapujos ni miedos, capaz de apelar al mismo corazón del lector. Posee una asombrosa capacidad para hablar sobre la pérdida, la memoria, la muerte, y, en particular, sobre la resiliencia: esa hermosa capacidad con la que el ser humano sobrevive a los obstáculos que se le interponen en su camino. Alegría, en definitiva, funciona como un antídoto para superar la nostalgia, y también como un bálsamo para sanar las heridas.

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El árbol, de Slawomir Mrozek.

El árbol. Slawomir Mrozek. Editorial El Acantilado

Llibre recomanat per José Félix escudero Pitarch

Temps enrere, no massa temps diria, va caure en les meves mans un llibre de l’escriptor, dramaturg i dibuixant polac Slawomir Mrozek. Es deia “El elefante” i el vaig llegir uns quants mesos desprès d’agafar-lo i confés que em va sorprendre, bàsicament per la subtilesa i sobretot per l’eficàcia satírica. Em vaig prometre aleshores que llegiria algun llibre més de Mrozek. I vets aquí que el mes passat me vaig trobar de cara a un llibre de contes intittolat “El árbol” i em va durar un tres i no res, no perqué siga curt, que també, sobretot però perqué una vegada comences ja no t’el pots deixar. Vos preguntareu per què i la raó és ben senzilla, t’atrapa. Jo no faig distinció entre el relat curt i la novela si es tracta de bona literatura. Conec i he llegit molts autors de contes que tenen un èxit literari inabastable, parle de Borges, Cortázar, Bellow, Onetti, Atwood, Calders, pose per cas. I des d’ara incorpore el nom de Mrozek a aquesta o una altra llista semblant. En El árbol n’hi han uns trenta contes i us he de dir que al meu parer més d’una dotzena podrien estar a qualsevol bona antologia. L’autor polac gasta una prosa senzilla i subtil alhora per descriure situacions de la vida quotidiana, que ho son en la mèdica que relaten situacions ben conegudes, però finalment alguna cosa fa canviar el relat i sembla cosa fantàstica allò que abans us havia paregut ordinari.
Es tracten temes tan comuns com l’enveja, l’egoïsme, la vida sota els règims totalitaris, la llibertat, l’amor i l’ amistat però sempre des d’una visió provocadora que enfronta els personatges a resoldre un problema moral, social o polític sense cap excusa. N’hi han de llargs i de curts i en aquests fa prodigis emocionals en dos o tres planes. Diríeu que és una mena de Auguste Monterroso centreuropeu, tot i que en aquest cas, Mrozek aprofita la melamgia pròpia de la seua terra per a marcar distància amb els escriptors sudamericans.
Ja dic, prosa senzilla i fèrtil que fa pensar, que ens obliga a anar un pel més enllà del que acabem de llegir i ens prepara per al següent conte. Encara que no ho parega discorre per les venes d’aquest llibre un fil fantàstic, una mena de prodigi narratiu invisible que et fa somriure des de la ingènua, en aparença, posició personal de l’autor. Una troballa que paga la pena llegir.

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