Libro recomendado por Ramón Moreno. Edicions Cal·ligraf
Al finalizar la lectura Barbarroja, el pirata del Mediterráneo, el lector tiene la sensación de haber vivido una aventura trepidante y fascinante al mismo tiempo. Y es que esta es una novela histórica, cierto, pero es también y principalmente una novela de aventuras en la más pura tradición del género. El autor, con un buen puñado de títulos bajo su pluma, es capaz de incorporar al lector como un personaje más de la obra, a bordo de la nave de La Caballería y compartiendo duelos con el mismísimo Barbarroja, el temido y sangriento pirata.
Nos sitúa Rafael Algarra en una época convulsa en la que el mar Mediterráneo es el escenario de batallas por el control de sus aguas y también escenario de luchas religiosas. Estamos en los reinados de Fernando el Católico y Carlos I, en tiempos en los que los Caballeros de Rodas luchaban contra las huestes de Soleimán el Magnífico, una época en la que no existían los matices. Y como cacique sagaz y contumaz encontramos a Barbarroja, de modestísimos orígenes cristianos, pero que, después de ser hecho prisionero y condenado a galeras, se convierte y decide correr la aventura de la mar, convirtiéndose en pirata para los occidentales y caudillo redentor para los musulmanes.
Ciertamente el nombre de Barbarroja sigue hoy día asociándose a terror y son muchos los lugares de nuestras costas que sufrieron sus razias continuas y sangrientas. Era la lucha por la supervivencia y la misma lucha como finalidad. Y es en torno al personaje real de Barbarroja que Rafael Algarra (capitán de la marina mercante en su otra vida) construye un relato en el que combina los datos históricos con la acción novelada más trepidante, que se mueve por todo el Mediterráneo occidental, desde el Golfo de León hasta las costas de Argel.
Son muchos los personajes que habitan las páginas de esta novela (se agradece el dramatis personae, así como los mapas históricos que acompañan el texto), pero especial relevancia adquieren los miembros de la tripulación, de manera destacada Jaradín, hermano de Barbarroja; y el judío Sinán, pirata y ladrón, claro, pero también hombre de ciencia y raciocinio. Juntos siembran el terror y ofrecen, en su conjunto, una lección de geopolítica de la época, el norte contra el sur; la opulencia contra la miseria; las grandes potencias contra los pequeños territorios.
Todo esto y mucho más es Barbarroja, el pirata del Mediterráneo, aventura en estado puro.
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