Libro recomendado por José Félix Escudero Pitarch.
Después de leer, hace una década, El viajero del siglo, y concluir que era una novela que me había complacido de principio a fin, tenía ganas de ver si Neuman, el escritor hispano argentino, era capaz de mejorar o superar aquel primer registro literario. Bien mirado esa obsesión de ver en las trayectorias de los novelistas un crecimiento literario basado en la subjetiva impresión del lector, es irrelevante para cualquiera de las partes. Lo cierto es que yo esperaba, como lector irredento, que Neuman volviera a sorprenderme, por cualesquiera de las razones por las que un autor sorprende a un lector, o lo conmueve o lo ilusiona o la arrumba.
En Fractura, su nueva novela, este gran viajero que es Neuman, describe el viaje incesante de un superviviente de la bomba de Hiroshima, tratando de encontrar la justificación moral, social y política de semejante brutalidad, de tan tremendo episodio que acabó con la guerra, si, pero también con la conciencia individual y colectiva de vivir en un mundo civilizado.
Joshie Watanabe, el personaje de este largo, minucioso y complejo recorrido, parte, en un flash back recurrente, del episodio de la central nuclear de Fukushima y en esa reflexión sobre las consecuencias de los desastres nucleares, el novelista intenta desentrañar las claves del comportamiento de ese japonés que sobrevivió a Hiroshima y vio morir a su padre ese día, casi a su lado y se enteró de la muerte de su madre y hermanas en Nagasaki al día siguiente.
La vida, que nuestro personaje quiere convertir en una larga explicación y asimilación de lo ocurrido, transita desde Tokio a París donde se gradúa en administración de Empresas, y lo lleva luego a Nueva York, para después de una etapa en Buenos Aires recalar finalmente en Madrid donde culmina su proyección empresarial y desde donde decide a regresar a Tokio.
Cada una de sus largas estancias en esas grandes y simbólicas ciudades supone para Watanabe un reto de comprensión de la multicuralidad y un intento por mantener la llama de la lucha contra el armamento nuclear, también con la presencia rutilante, desde el punto de vista literario, de sus cuatro compañeras sentimentales, Violet, Lorry, Mariela y Carmen. Cada una de esas cuatro relaciones alimenta una versión de los mecanismos del amor y de las relaciones en función de lenguas, culturas y tradiciones. Si grandiosa es la composición del japonés superviviente, no lo son menos los retratos de sus mujeres en este historia. Limpieza emocional, erudición, capacidad de análisis y elevado nivel de estilo, caracterizan esta novela espléndida, de lectura nada trabajosa, que te atrapa e ilumina las zonas oscuras de la conciencia de Joshie Watanabe. Y de paso, las nuestras.
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