Libro recomendado por: Ángel Rodríguez, Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Málaga (UMA)
Vicedecano de la Facultad de Derecho.
Coordinador, Programa de Doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales.
Tres cabos tiene el hilo que Juan Cano Bueso va desplegando a lo largo de Cataluña en su laberinto para guiarnos a través de la cuestión catalana: la Historia, el Derecho y la Política. Y de cada uno de ellos sacará alguna enseñanza útil para orientarnos a la hora de encontrar la salida.
Buena parte de la obra se dedica a una brillante travesía por la historia de Cataluña, desde los tiempos de la Marca Hispánica a nuestros días. A sus relaciones con los reinos que, con Castilla al frente, terminarían conformando España, construyendo un relato, apasionante y espléndidamente documentado, de los encuentros y los desencuentros, que de todo hubo, acaecidos a lo largo de los siglos. El autor nos proporciona, así, el mejor contexto desde el que abordar el estudio de los otros dos aspectos esenciales del problema: por una parte, el Derecho, es decir, el ordenamiento fundado por la Constitución de 1978, desde el que es necesario dar una respuesta constitucionalmente coherente a las cuestiones jurídicas que ha suscitado el procès: desde el intento, teóricamente sugerente pero finalmente fallido, de desbloquear la reforma constitucional abordando la reforma de los Estatutos de Autonomía al llamado «derecho a decidir», o desde las sutiles distinciones entre «consulta popular» y «referéndum» a los problemas constitucionales con los que se podría encontrar un hipotético referéndum de secesión. Y, por fin, la Política, donde deberán, sin duda, encontrarse (¿dónde si no?) las respuestas a los interrogantes que la Historia sigue dejando abiertos y el Derecho, por sí solo, no es capaz de resolver. Es la Política la que debe propiciar el diálogo, la negociación y el alumbramiento de un nuevo pacto constitucional en el que Cataluña pueda encontrar el adecuado reconocimiento de su singularidad.
Yo también tengo por seguro que Teseo nunca podría salir triunfante de este laberinto si hubiera entrado en él creyendo que su misión consistía, simplemente, en matar al Minotauro: puestos a rememorar un mito, quizá venga más al caso el de Sísifo y su eterno castigo. Lean Cataluña en su laberinto si son de los que piensan que es necesario, y por lo tanto debe ser posible, acordar entre todos un pacto gracias al cual la piedra deje por fin de subir eternamente hasta la cumbre sólo para volver de nuevo a despeñarse cuesta abajo.
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