Libro recomendado por : Francisco Blasco Gascó
Catedratico de derecho civil de la Universidad de Valencia, Director del Máster Oficial en Abogacía de la Universidad de Valencia
Nos han dicho que al principio fue el verbo. El verbo es la palabra y es la acción. Pero el verbo, palabra, necesita un logos previo, una idea que expresar, una razón; mientras que el verbo, acción, se proyecta hacia el futuro. Quien controla la palabra propia puede controlar la acción ajena y, por tanto, la sociedad. ¿Es esto posible?
La séptima función del lenguaje va por estos derroteros, llevados a la política (francesa de los tiempos de Mitterrand y de Giscard d’Estaing), al sexo, al mundo de los estructuralistas y de los semiólogos. Todos desfilan por la novela de L. Binet como en una obra de teatro donde los personajes son, a la vez, magníficos y patéticos, magnánimos y miserables, y donde gana el más listo en las circunstancias temporales en las que se desarrolla.
La lectura de la novela de Binet es imprescindible (si hay algo imprescindible en este mundo); es inteligente e irónicamente fina y pone de manifiesto que no son necesarias más de setecientas páginas para escribir una magnífica novela. Lo que no sé es si su lectura no es parte de la séptima función del lenguaje. No te fíes, lector.
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